El envejecimiento celular es un proceso natural que ocurre a nivel molecular y celular. A medida que envejecemos, nuestras células sufren cambios estructurales y funcionales que contribuyen al envejecimiento global del organismo. Existen varias teorías que intentan explicar el envejecimiento celular, siendo la teoría del envejecimiento por estrés oxidativo una de las más aceptadas. El estrés oxidativo, que es el desequilibrio entre la producción de especies reactivas de oxígeno y la capacidad antioxidante de las células, daña gradualmente el ADN, las proteínas y los lípidos celulares, afectando negativamente la función celular y conduciendo al envejecimiento.
Para protegerse contra el envejecimiento celular, es importante consumir alimentos con moléculas protectoras antioxidantes. La vitamina E actúa inhibiendo la peroxidación lipídica, protegiendo a las membranas de nuestras células, al tejido adiposo y al cerebro. La vitamina C es un antioxidante por excelencia que actúa dentro y fuera de las células, evitando la oxidación de las biomoléculas y cediendo electrones a los compuestos de las células para detener a los radicales libres. La vitamina A y betacarotenos tienen un efecto protector de la piel y mucosas y han sido relacionados con un efecto protector contra ciertos tipos de cáncer.
Dentro de los alimentos, se pueden encontrar estos antioxidantes. La vitamina A se encuentra en leche, mantequilla, huevos, zanahorias, espinacas y perejil. La vitamina C se encuentra en papayas, fresas, naranjas y kiwi. La vitamina E se encuentra en nueces y semillas, espinaca y la col rizada. Los betacarotenos se encuentran en naranjas, zanahoria, mangos, calabaza, brócoli, boniato y calabacín. La luteína se encuentra en vegetales de hojas verdes y el licopeno se encuentra en toronja rosada, sandía y tomates. El selenio se encuentra en cereales, leguminosas, pescado, pan integral y frutos secos.
Comprender los mecanismos subyacentes del envejecimiento celular y consumir alimentos con moléculas protectoras antioxidantes tienen el potencial de ofrecer perspectivas para el desarrollo de intervenciones y tratamientos que puedan retrasar o mitigar los efectos del envejecimiento.