El regreso de Luis Miguel a los escenarios está siendo un gran éxito de ventas. Las entradas para sus conciertos en Latinoamérica se agotaron en minutos y en México, la situación no ha sido diferente: filas virtuales de más de medio millón de espera, filas interminables de fans que aguardan afuera de las sedes para conseguir aunque sea un boleto, pero nadie quiere perderse al Sol brillar. Para lograrlo, el equipo de Luismi apostó por cambiar el evento en la capital mexicana y dejar atrás el emblemático Auditorio Nacional donde ostenta el récord de 30 fechas consecutivas, y apostar por la Arena Ciudad de México con el doble de capacidad. Y hasta ahí, la estrategia parece estar funcionando.

A lo largo de cuatro décadas de trayectoria, Luismi es reconocido como el cantante latino mejor pagado en Las Vegas, el segundo premio en el festival de San Remo en 1985, ha dominado a El Monstruo —considerada la audiencia más exigente del festival de Viña del Mar en Chile—, llenado el Madison Square Garden, y ser el primer latino con 266 canciones con más de un millón de reproducciones en Spotify.

En el verano de 1994, Luis Miguel lanzó su segunda novela y lo celebró con dieciséis presentaciones en el Auditorio Nacional, pero lo que Micky deseaba era un concierto en el Palacio de Bellas Artes donde artistas como Pedro Infante y Lola Beltrán ya habían pisado el escenario (Juan Gabriel lo hizo en dos ocasiones, en 1997 y 2013).

Gerardo Estrada, director general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) en el último año de mandato de Carlos Salinas de Gortari, se negó a esa petición. “He sido de los que piensa que cada cosa en su lugar y que el tipo de espectáculo que hace popular sí merece estar en Bellas Artes, pero solo con artistas muy consagrados. Todavía era muy joven en ese momento,” contó en el podcast Luis Miguel, ¿culpable o no?

El acuerdo al que llegó con los promotores fue que el cantante grabara un videoclip, ‘El día que me quieras’, donde se le ve recorrer los pasillos y cantar desde el palco. Tiempo después Estrada conocería al artista en una cena, pero nunca tuvo la oportunidad de preguntarle si estaba a gusto con el resultado final del video.

La historia volvió a repetirse en el otoño de 2001 previo al lanzamiento de Mis romances aunque en esta ocasión la petición vino directamente de su entonces disquera Warner y la compañía Aries que deseaban se les concediera el Palacio de Bellas Artes, el Palacio Nacional (ajá, donde vive actualmente el presidente Andrés Manuel López Obrador) o incluso el Alcázar del Castillo de Chapultepec.

Ignacio Toscano, entonces director del INBA durante el gobierno de Vicente Fox, fue quien se negó, argumentado que las intenciones comerciales eran contrarias a la política cultural de los recintos. “No se autoriza la presentación del disco de Luis Miguel, ya que esta actividad tiene un carácter comercial, lo cual no va en demérito de su reconocida calidad como cantante popular”, se anunció en un comunicado.

La presentación de Mis romances estaba programada para el 15 de noviembre y la respuesta la obtuvieron una semana antes, por lo que tuvieron que cambiar de sede y trasladarse a Miami, en la espectacular mansión donde el diseñador Gianni Versace fue asesinado en 1997.

Si volverá a intentar llegar a Bellas Artes parece lejano, pues tiene una capacidad de 1590 butacas, pero podría apostar por el Zócalo para romper el récord que ostenta Grupo Firme que convocó a 280 mil personas en 2022.

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