Vicente Fernández, conocido como “El Charro de Huentitán”, fue uno de los cantantes mexicanos más renombrados en la historia de la música ranchera. Fallecido hace más de un año, sus canciones siguen siendo recordadas por su éxito y su talento para la interpretación. Aunque Fernández mantuvo una vida modesta, en su juventud llegó a tener un automóvil que no pasó desapercibido, el Chevrolet Caprice 1977, nombrado como el mejor auto del año por la revista especializada Motor Trends.
La tercera generación del modelo de Chevrolet presentó modificaciones significativas en relación a sus predecesores, incluyendo una reducción de tamaño y peso lo que lo hacía más cómodo de usar. El vehículo contaba con un motor de seis cilindros en línea, con una versión más potente que tenía un motor de ocho cilindros en V, ofreciendo una potencia de 145 CV. Como resultado, el Chevrolet Caprice disfrutó de un gran éxito en ventas, matriculando un total de 341.382 unidades en 1977, un número que duplicó las ventas del año anterior.
Además de ser un carro que marcó una época, el Chevrolet Caprice tuvo una aparición en la exitosa saga de películas “Rápidos y Furiosos”, en su séptima entrega. Aunque esta unidad fue fabricada en 1987, también contó con algunas modificaciones para adaptarla a la película.
A pesar de que Fernández no mostró una gran pasión por los vehículos durante su carrera, se conocen de tres modelos que lo acompañaron en distintas etapas de su vida. El Chevrolet Caprice es uno de ellos. Además, también poseyó un Ford Galaxie, automóvil que lo acompañó hasta sus últimos días, y una Range Rover Velar, que usó durante la etapa final de su vida.
Vicente Fernández dejó un gran legado, no solo como cantante, sino también por su marca en la historia automovilística, con el Chevrolet Caprice como símbolo de su éxito y estilo de vida.