El azúcar en sangre, conocido como glucosa, proviene de los alimentos que consumimos y el cuerpo lo utiliza como fuente de energía. Es esencial controlar los niveles de azúcar en la sangre en todas las edades, pero especialmente en los mayores, ya que tienen más riesgo de desarrollar diabetes o enfermedades cardiovasculares. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, los valores de azúcar en la sangre de 140 mg/dl o menores se consideran normales, los valores de 140 a 199 mg/dl indican que tiene prediabetes y los de 200 mg/dl o mayores indican que tiene diabetes.
Un estudio publicado por CienciaDirecta explica cómo debe ser el tratamiento de la diabetes en personas mayores. Los profesionales que realizan este seguimiento deben hacerlo desde una perspectiva biopsicosocial, ya que cada uno puede ver cómo aumentan sus niveles de glucosa por distintos motivos. Como norma general, se recomienda que los propios mayores controlen sus niveles de glucosa con un medidor.
Es importante tener en cuenta los valores que se deben controlar. Desde la Clínica Mayo, han matizado aún un poco más sobre las cifras que deberían alarmarnos. Por encima de los 180 a 200 miligramos por decilitro [mg/dl] o de 10 a 11,1 milimoles por litro [mmol/l], estaríamos hablando de hiperglicemia. Si no controlamos estos niveles a largo plazo, podríamos desarrollar una enfermedad cardiovascular, dañar los nervios, tener insuficiencia renal, problemas en los ojos, pies, huesos y articulaciones, infecciones en los dientes y encías.
Los factores de riesgo que pueden contribuir a la hiperglucemia son no administrarse suficiente insulina o no consumir otros medicamentos para tratar la diabetes, no inyectarse insulina correctamente o administrarse insulina vencida, no seguir el plan de alimentación para la diabetes, no realizar actividad física, tener una enfermedad o infección, consumir ciertos medicamentos como esteroides o inmunosupresores, tener una lesión o someterse a una cirugía y experimentar estrés emocional, como problemas familiares o laborales.
Controlando estos niveles, haciendo ejercicio físico y llevando una dieta equilibrada rica en alimentos como la canela, los huevos, las semillas de chía, la curcumina, el yogur griego o las nueces, correremos menos riesgo de tener diabetes.