En 1957, los rusos iniciaron la carrera espacial con el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial; en la segunda mitad del siglo XX, el crecimiento fue paulatino, con la puesta en órbita de entre 50 y 100 satélites cada año. Sin embargo, a principios de la década de 2010, el número se disparó, multiplicándose por 100. Todos los países querían tener sus propios satélites, mientras los avances en electrónica permitían la aparición de artefactos de pequeño tamaño y los microsatélites como más recientemente las constelaciones.
En 2022, se lanzaron 2.163 artefactos espaciales, frente a los 1.810 de 2021 y los 1.274 de 2020. Ese rápido aumento de la demanda está siendo más difícil que nunca de satisfacer en Europa, ya que se está sufriendo “una tormenta perfecta” que ha desencadenado una auténtica crisis de lanzadores, tanto para poner en órbita misiones científicas como las de la Agencia Espacial Europea (ESA) como satélites de empresas privadas o de otras organizaciones.
La Guerra de Ucrania ha provocado la ruptura de relaciones con los rusos así que Europa ya no puede contar con sus cohetes Soyuz. Un efecto colateral de la guerra que ha obligado a reorganizar el calendario y está afectando al lanzamiento de satélites europeos como los de las constelaciones Galileo y OneWeb, entre otros. Pero la guerra no ha sido el único contratiempo que ha sufrido el sector de los lanzadores.
El pasado 21 diciembre, el accidente del segundo cohete Vega-C, que echó a perder los satélites franceses de observación de la tierra Pléiades Neo 5 y 6, obligó a posponer las misiones previstas con este cohete. La industria aeroespacial europea se ha enfrentado a nuevos retos debido a la pandemia de COVID-19, lo que ha causado una escasez de materiales y componentes que ha retrasado aún más el desarrollo de los lanzadores de la ESA. También se considera que la estrategia de lanzadores en Europa no ha sido muy acertada. La ESA ha dependido de los lanzamientos de SpaceX para poner en marcha misiones europeas.
La ESA lanzará con cohetes Falcon 9 sus misiones Euclides y Hera. Europa está haciendo frente a una seria crisis de lanzadores. Además, el sector de los lanzadores está experimentando un boom, con el surgimiento de micro-lanzadores, que se han puesto de moda cuando los satélites han disminuido de tamaño. Virgin Orbit, la empresa de Richard Branson que diseña cohetes para el lanzamiento de satélites pequeños, se declaró en quiebra y fue puesta a la venta en abril.
En resumen, Europa está sufriendo “una tormenta perfecta” que ha desencadenado una auténtica crisis de lanzadores, tanto para poner en órbita misiones científicas como las de la Agencia Espacial Europea (ESA) como satélites de empresas privadas o de otras organizaciones. Se han enfrentado a nuevos retos debido a la pandemia de COVID-19, la estrategia de lanzadores en Europa no ha sido muy acertada y la Guerra de Ucrania ha provocado la ruptura de relaciones con los rusos, de modo que Europa ya no puede contar con sus cohetes Soyuz. La ESA ha dependido de los lanzamientos de SpaceX para poner en marcha misiones europeas. Además, el sector de los lanzadores está experimentando un boom, con el surgimiento de micro-lanzadores. Por lo tanto, la pregunta es si el mercado previsto para todos estos pequeños lanzadores es realista y competitivo.